Miedo a la soledad

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¿Quién quiere estar solo? ¿Quién no tiene miedo a la soledad?

A mí me encanta estar sola, un rato. Sé que necesito mi espacio para nutrirme, que me encanta saborear el silencio y pasar ratos tomando un té conmigo misma.

Pero también sé que me encanta vivir acompañada, contar a alguien mi día, hablar por teléfono con amigos, compartir experiencias, organizar quedadas o encuentros familiares.

Somos seres sociales. Estamos programados para vivir acompañados. Para lo que no estamos programados es para vivir apegados o dependientes. 

Una cosa es elegir compartir tu tiempo o tu espacio con alguien. Otra muy diferente es no saber estar con uno mismo y necesitar la presencia de otro para sentirse bien.

¿Tú sabes estar solo? ¿Qué viene a ti cuando piensas en estar solo? ¿Es una sensación de libertad, un poco de tristeza o sensación de abandono, algo de rabia al recordar una traición o quizás un mar de calma y tranquilidad?

Ayudando en terapia a otras personas, cada día me doy más cuenta de que debajo de gran parte de nuestras emociones y comportamientos más destructivos lo que subyace es el miedo a la soledad. Incluso cuando menos lo parece.

El sentimiento de soledad proviene normalmente de la primera infancia. Se instauró cuando de bebés o niños tuvimos alguna necesidad y esta no fue bien atendida o satisfecha por los padres. También cuando nos dijeron (seguramente con su mejor intención), que nos quedaremos solos si nos portamos mal, o que mamá no te quiere y se va si haces lo que no debes.

Este tipo de situaciones provoca en la persona una sensación de abandono y de amor condicional proveniente de aquellos que deberían amarlo incondicionalmente. Y aquí se siembra el temor a la soledad de adultos y la dependencia emocional.

Con esto no quiero decir que la culpa de nuestra incapacidad de estar solos hoy sea de nuestros padres. La causa estuvo en nuestra infancia, la solución está aquí y en nosotros.

Además, la palabra soledad, o las palabras solo, sola, tienen unas connotaciones negativas grabadas en el inconsciente colectivo y en nuestro propio inconsciente.

Soledad suena a abandono o rechazo. Por tanto suena a dolor.

Por eso prefiero que en vez de decir que puedes hacer esto tú sola digas que lo puedes hacer tú por ti misma.

O en vez de decir que te vas a tomar un café sola, que te lo vas a tomar contigo misma.

Con mi niña que ya empieza a sujetar un vaso no la digo que qué bien lo hace solita, sino ella misma.

Y es que cuando estamos solos, realmente estamos con nuestra presencia y esa es la única capaz de nutrirnos profundamente.

Los demás no pueden saber nuestras necesidades esenciales.

Somos nosotros mismos los que hemos de disponer de espacios con nosotros mismos para encontrarlas y satisfacerlas. Para ello necesitamos una autoestima sana y fuerte.

Así podremos después ir al encuentro del otro completos y repletos de amor para dar, no incompletos buscando la completud en el otro.

Así seremos los seres libres y amorosos que hemos venido a ser. La soledad será entonces un paraíso, la edad del Sol (sol-edad), el momento de encontrarnos con nuestro Sol, con nuestra luz que nos ilumine.

Ya no vamos a buscar la iluminación en el otro ni pretender iluminar a nadie.

Somos seres completos por nosotros mismos capaces de guiarnos con nuestra luz, y al mismo tiempo seres sociales deseando compartirnos porque sí, por pleno goce.

Cuanto menos miedo a la soledad tengamos, más independientes emocionalmente y más libres para amar incondicionalmente.

El amor incondicional es de hecho el único amor. Lo demás puedes llamarlo apego, dependencia, necesidad… Y, desde luego, miedo a la soledad.

Y tú, ¿estás dispuesto a brindarte momentos de placentera soledad para poder amar de verdad?

Aquí te dejo un enlace con cinco claves para superar este miedo:

Claves para superar el miedo a la soledad

Y aquí un enlace a una meditación de la aceptación que también puede ayudarte mucho:

Meditación de la aceptación

Disfruta de la lectura de esta entrada tanto si la lees acompañado como si la lees contigo mismo y tu presencia:)

Hasta pronto!

beatriz
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