¡Viva la congruencia!

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Decir, pensar, sentir y hacer en una misma dirección. ¡Viva la congruencia!

Toda mi vida me ha preocupado la congruencia, la lógica que une los acontecimientos del mundo exterior y también de mi propio mundo interior. La confusión y la desazón me invadían y aún hoy lo hacen cuando no percibo y siento esta congruencia.

Podemos experimentar la congruencia cuando nuestras palabras, nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestros actos están alineados y no divididos. Y así nos sentimos nosotros desde la congruencia: completos y alineados.

¿Quién no sueña con alcanzar esta congruencia en su vida?

Pero ojo, a veces confundimos congruencia o coherencia con previsibilidad, con adaptación a las expectativas sociales, familiares o incluso propias pero caducas.

La congruencia no es la sobreadaptación a lo que se espera de nosotros.

Nuestro cuerpo que nunca miente nos da señales claras para distinguir cuándo somos coherentes con nosotros mismos aquí y ahora y cuándo no.

Para vivir una vida realmente coherente hay que reconocer lo que nos inspira, y también aquello de lo que carecemos y atender nuestros cuerpos.

Y para eso hay que escucharse, mirarse con humildad y reconocer las necesidades reales de este momento.

¿Qué necesito exactamente aquí y ahora?

No siempre es fácil reconocerlo. A veces necesitamos hacer ejercicio, a veces descansar, a veces leer un libro de desarrollo personal, a veces un cómic, a veces ver un documental y a veces First dates.

Todo es coherente si en esta parte del camino es lo que necesitas, no por desidia ni por obligación, sino por elección consciente para sentirte mejor.

Ver First dates o cualquier cosa intrascendente nos da un respiro. Y a veces necesitamos dejar de avanzar y pararnos a respirar trivialidad. ¡Porque somos humanos, oiga! La vida es demasiado corta para tomársela muy muy en serio.

Pero la vida también es demasiado corta para dedicarla solo a respirar y sobrevivir. Es importante trascender y avanzar en el conocimiento de uno mismo y la conexión auténtica con los demás.

La pregunta es: ¿Cuánto necesito tomarme un respiro en el sentido de desconectar de mi realidad? Esta necesidad puede ser un medidor perfecto de mi congruencia y del sentido de mi vida. Pasar por la vida tomándose respiros, breaks para desconectar, es sobrevivir, no vivir desde la plenitud de lo que puedes llegar a ser. Yo aspiro a que tú aspires a algo más. ¿Tú a qué aspiras o a qué aspiras aspirar? Parece un trabalenguas, jeje

Vivir o sobrevivir, esa es la elección. ¿Tú qué eliges?

¿Tienes un trabajo estresante o una situación personal agobiante? Es normal entonces que necesites más respiros. Ahora bien, ¿cómo podemos relacionarnos con ese trabajo y esa situación para no estresarnos ni agobiarnos?  Porque no es el exterior el que nos agobia, somos nosotros, aunque obviamente hay realidades exteriores que nos lo ponen más fácil.

Pero la elección es nuestra. El exterior puede determinar lo que te ocurre pero no cómo lo interpretas ni cómo te sientes respecto a ello.

Tomarnos un respiro trivial nos puede venir bien un instante, pero no nos va a dotar de los recursos necesarios para volver después a ese trabajo o a esa situación y poder vivirlos mejor.

Para poder estar bien independientemente de las circunstancias exteriores hay que poder aceptarlas lo primero de todo.

Para ello, es necesario cultivar en nosotros el estado de presencia y de okeidad, es decir, de tener la sensación de que todo está bien aunque no lo entendamos.

Eso da sentido y paz a nuestro camino, aunque no lleguemos a comprender del todo lo que nos ocurre.

Y desde esa aceptación y presencia puedo ir conectando con mi poder personal, asumirlo y empezar a encaminarme hacia un nuevo lugar.

Puede que de momento solo sea capaz de realizar pequeños cambios: decir no en un caso en el que antes decía sí y no quería, sacar unos minutos al día para meditar, ser capaz de sonreír de verdad al ser querido que normalmente digo que me desespera (me desespero yo), leer algo que me reconforte…

Y así, día a día, voy sintiéndome mejor y encontrando la congruencia en mi interior. Pasito a paso, voy tomando elecciones más acordes a mis valores. Y cuidando más la parte invisible que me sostiene. De esta forma, tranquilamente y con humildad, me voy empoderando para vivir aún más coherentemente.

Y, un día, ya no me estresa tanto ir a ese trabajo que no es para mí. O atender a ese familiar que siento que a veces demanda demasiado. Incluso puede que cambie de trabajo y que al estar más a gusto y ser más afectuoso con mi familiar, empiece a demandar menos atención. O no. No importa.

Lo importante es aprovechar la oportunidad para crecer por el camino y hacerme más consciente y más fuerte.

Y entonces descubro también que necesito menos respiros y que quiero ser aún más congruente. Porque sí, porque me lo pide el cuerpo. Y cada día reconozco mejor cuál es mi necesidad actual y también qué es lo que me mueve.

Y voy logrando atenderme para entenderme y aspiro a vivir plenamente.

Por ejemplo, te comparto mi necesidad actual. Es tan sencilla como dormir más y descansar mejor. ¿Y lo que me mueve? Es mi propósito. Tengo la suerte de haberlo encontrado. Desde que me dedico a ayudar a la salud del ser humano más desde el aspecto psicológico que físico, me siento mejor. Mis domingos transcurren felices pensando en que el lunes comienza mi jornada laboral. Porque siento que lo que hago es lo que he venido a hacer y porque fluyo mientras lo hago de forma que no tengo que tomarme respiros. ¡Vivan los domingos! ¡Y los lunes! ¡Que se besen, que se besen…! Sí, como ves tengo sentido del humos en domingo, aunque no es muy bueno, jeje, pero es el mío. Y no lo pierdo una tarde de domingo porque sé que mañana me levantaré motivada.

Nos mueve nuestro propósito. Nos estancan nuestras obligaciones.

Descubre cuál es tu propósito y trata de centrarte en él. ¿Y las obligaciones? Haz diligentemente las que no puedas delegar y el resto, de verdad, otro puede hacerlas por ti igual o seguramente mejor que tú. Paga o intercambia algo de valor con esa persona y haz que el flujo de la abundancia se expanda.

Y tú, ¿sabes cuál es el propósito que te mueve, eso que te permite fluir y contribuir a la vez? ¿Reconoces tus necesidades y las atiendes? ¿Y sabes delegar?

Ojalá sea así. Y si no lo sientes aún así, puedes aprovechar este verano para parar y reconectar contigo mismo, para escucharte desde el corazón dedicándote un tiempo de calidad sin hacer otra cosa que estar para ti.

Si a la vuelta del verano quieres que te acompañe para encontrar este propósito o ayudarte a atender tus necesidades o entender tus bloqueos, puedes solicitar tu primera sesión de valoración gratuita para empezar a vivir la vida congruente y plena que mereces. Deja de levantarte sin ganas por la mañana y empieza a disfrutar tus días y a llenarlos de ti.

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Por el momento…

¡Qué viva la congruencia!

Te enlazo aquí dos capítulos del libro Yo elijo un mundo así que puedes adquirir  en amazon o en tu librería o pidiéndomelo a mí. Quizás estas páginas te ayudan a reencontrarte contigo y tener más claro qué quieres para vivir en congruencia.

En este enlace puedes descargarte dos capítulos, ver testimonios y ver dónde puedes adquirirlo:

Yo elijo un mundo así

En esta otra entrada te hablaba de coherencia cardiaca, muy relacionada con la congruencia:

Coherencia y felicidad

Te dejo aquí un gran artículo (como todos, la verdad) de Maria Mikhaelova en el que te da estrategias para empezar a conectar con tu propósito:

https://mariamikhailova.com/2017/02/07/encontrar-mision-vida-guia-principiantes/

beatriz
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